La imagen que sacudió conciencias

El periodista de la Cadena Ser, Nicolás Castellano, presentará este jueves en la Biblioteca Pública, coincidiendo con el ‘Día de África’, su obra ‘Me llamo Adou. La verdadera historia del niño de la maleta que conmovió al mundo’

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Paulina Rodríguez
23 may 2017 - 00:10

"Hola, me llamo Adou". Esas fueron las primeras palabras que oyeron los guardias civiles que abrieron la maleta cuando el escáner de la frontera del Tarajal detectó que había un niño dentro. Una imagen inédita y que supuso un golpe en el estómago para muchas personas. Una foto brutal que volvía a poner en evidencia la ineficiencia de un sistema tan injusto como inhumano. También Nicolás Castellano, periodista de la Cadena Ser, se sintió impactado por esa imagen. “Uno cree que lo ha visto casi todo tras llevar 17 años cubriendo información sobre inmigración”, confiesa. Pero la realidad volvió a imponerse para evidenciar, con solo una fotografía, por qué es necesario seguir contando las injusticias que se cometen en las fronteras.

Y es que, asegura Castellano, la historia de Adou es un resumen de los muros, físicos y legales, a los que se enfrentan las familias que tratan de reunirse. La experiencia de este niño procedente de Costa de Marfil incorporaba, además, elementos dramáticos por el peligro sufrido por el pequeño dentro de la maleta. El reportero conoció la noticia a través de Twitter e, inmediatamente y junto a los compañeros de la Cadena Ser en Ceuta, inició las indagaciones para conocer qué estaba ocurriendo. A partir de ahí comenzaron una serie de visitas a la ciudad autónoma para contar, de primera mano, momentos como el del reencuentro entre Adou y su madre. “Como periodista lo fui contando y, con el tiempo, fue la Editorial Planeta la que contactó conmigo para ofrecerme la posibilidad de explicar esto de manera más profunda”, apunta.

Porque la historia de Adou es también la de su familia, en especial la de su padre, Ali. Para Castellano, el marfileño es un ejemplo de lucha y con capacidad suficiente para superar muchas barreras. Dificultades que parecían superadas al conseguir instalarse en España como ciudadano de pleno derecho. En base a la legislación española, Ali intentó reunir a su familia. “Ahí se encontró con una barrera aún mayor: esa dureza legislativa a la que se enfrentan muchas familias migrantes que quieren traer a su hijo”. En ese momento, “te das cuenta de la paradoja: la lucha de una persona por estar con su familia, y cuando ya lo está tocando con los dedos se da cuenta de que siempre hay otros muros, en este caso menos visibles, que le impiden estar con los suyos”. Eso es, afirma el periodista, “lo que lleva a Alí a la desesperada, también presionado por su mujer porque el niño se había quedado solo, a ponerse en manos de una red de traficantes que terminó engañándolo”.

El libro que este jueves traerá Castellano a la Biblioteca Pública Adolfo Suárez, a partir de las 19:30 horas y coincidiendo con el ‘Día de África’, está basado en horas de conversaciones con la familia de Adou. También incluye los testimonios de las personas que participaron en todo el proceso. “A ellos les llama un poco la atención ser protagonistas de un libro, pero les satisface porque es la historia según su versión con todo lujo de detalles”.

La obra escrita por el reportero grancanario propone también interesantes cuestiones como las que se plantean en el prólogo escrito por el poeta Luis García Montero. “La gente redescubre cíclicamente el drama de la inmigración, cuando es algo que sucede a diario”. “¿Cuántas imágenes impactantes habrá visto la gente de Ceuta sobre la frontera?”, se pregunta Castellano. “Nos solidarizamos con el migrante o refugiado sólo a golpe de tragedia, pero la cuestión es hasta cuándo vamos a consentir que siga existiendo una normativa que está provocando que miles de personas mueran intentando entrar a España; no hay lugar en el mundo en el que muera más gente que en el Mar Mediterráneo, es la frontera más mortífera del mundo”, señala.

El periodista aporta una última reflexión sobre cómo pasar de la “solidaridad virtual” a conseguir una regulación de los movimientos migratorios “de la mejor manera pero que no provoque muertes”, concluye.

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