Avances pendientes

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Ceuta, como tantas otras ciudades, tiene cicatrices urbanas que narran su propia historia de desarrollo y abandono. Hadú, Loma del Pez, el Serrallo... nombres que resuenan con demandas vecinales que llevan años sin encontrar una respuesta definitiva. Es fácil caer en el desánimo cuando las obras se retrasan, cuando los problemas persisten a pesar de las promesas, pero también es justo reconocer que desde la Consejería de Fomento se han dado pasos para intentar revertir esta situación.

Alejandro Ramírez, desde su llegada al cargo, ha tratado de hacer lo que muchos políticos olvidan: escuchar. Ha mantenido reuniones con asociaciones de vecinos, ha tomado nota de sus reivindicaciones y ha intentado dar respuestas. No es poca cosa en una administración donde a menudo las quejas quedan archivadas en expedientes que duermen el sueño de los justos. Sin embargo, la voluntad política, por firme que sea, a veces se estrella contra la burocracia, los plazos administrativos y las limitaciones presupuestarias.

Que Hadú haya pasado de ser una barriada vibrante a convertirse en un reflejo de desigualdad es una realidad dolorosa. Que Loma del Pez lleve décadas esperando una solución definitiva para sus filtraciones es una injusticia. Que el Serrallo siga siendo un punto negro de la seguridad vial es una deuda pendiente con sus vecinos. Pero también es verdad que la Ciudad ha puesto en marcha proyectos para mejorar estas áreas, aunque los procesos sean lentos y muchas veces frustrantes para los afectados.

La clave está en mantener el ritmo y no permitir que el esfuerzo inicial se desvanezca con el tiempo. Las reuniones con los vecinos deben traducirse en mejoras tangibles y en soluciones reales, no solo en promesas. La recuperación de Hadú y otras barriadas históricas no solo pasa por infraestructuras, sino también por generar oportunidades económicas y sociales que devuelvan el dinamismo perdido.

La administración no puede permitirse bajar la guardia. La ciudad que avanza no es la que mira hacia otro lado, sino la que se enfrenta a sus problemas con determinación. Fomento ha dado un paso adelante, ahora toca que ese compromiso se traduzca en cambios palpables que los vecinos puedan sentir en su día a día. Porque la esperanza de quienes llevan décadas esperando no puede convertirse en resignación.

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