Semana Santa: tiempo de fe, recogimiento... y buenas películas
SEMANA SANTA
La Semana Santa es, también, una época propicia para reencontrarse con el cine, y con algunas de las películas más importantes de la historia del Séptimo Arte. Sabemos que dejamos fuera alguna por cuestiones de espacio, pero aquí van, si lo desean, unas cuantas sugerencias
Como prácticamente todo lo imaginable, la fe cristiana no ha sido esquiva para los guionistas de medio mundo. No es para menos: con independencia de la fe de cada cual, no es poco el material para la inspiración que las sagradas escrituras ofrecen a la inspiración de los escritores. Desde grandes gestas hasta cuestiones más íntimas, la religión siempre ha sido un filón para la creación de películas. Que, como en todas, las hay magistrales, buenas, regulares, malas y directamente olvidables.
Algunas de las mejores películas de la historia del Séptimo Arte están directamente vinculadas al hecho religioso. Es el caso, por ejemplo, de la danesa Ordet o La Palabra (1953). Una película considerada por no pocos académicos (José Luis Garci, entre ellos) como la mejor jamás rodada. A través de la vida de Johannes, un campesino imbuido de los Evangelios hasta el punto de perder el juicio, la película ofrece un recorrido por uno de los capítulos más comentados de la religión, como es la resurrección, en una humilde granja danesa del pasado siglo. Lleva la firma del gran Carl Theodor Dreyer, un director tan exigente con sus intérpretes que llegó a tener durante horas amarrada al sol a la intérprete de su ‘Juana de Arco’ para que el rictus del terror fuera más adecuada. La actriz, previamente, había sido rapada a la fuerza y por sorpresa.
Más conocidas son dos que tienen a Charlton Heston como protagonista, y de la misma época. En efecto, la historia de Judá Ben- Hur, un potentado judío de la Jerusalén de la época de Cristo que cae en desgracia tras un accidente en su casa es un clásico en la programación de las televisiones de medio mundo. Ben-Hur, ese descenso a los infiernos para resurgir posteriormente y volver victorioso no deja de ser una alegoría perfecta de un Jesús de Nazaret con el que el protagonista se cruza en varios momentos de una película rodada en 1959 y que, para amantes de los premios, comparte con Titanic (1998) y El Retorno del Rey (2003) el máximo número de Oscars: once.
No sería la primera película religiosa de Heston, por otra parte un ferviente opositor al McCarthysmo de la época y luchador por los derechos de los negros en Estados Unidos. En 1956 llega ‘Los Diez Mandamientos’, en la que a Heston le toca ponerse en la piel del profeta Moisés. Una delicia fílmica, un derroche técnico para la época que envejece fenomenalmente.
No pueden faltar películas que hagan alusión a los últimos días de Cristo. Por ejemplo El Evangelio según San Mateo. Pier Paolo Pasolini, acaso uno de los directores más controvertidos de la historia, escogió al español Enrique Irazoqui (fallecido hace cinco años), sin ningún tipo de experiencia para rodar una adaptación de dicho evangelio, considerada por New York Times como ‘la mejor película sobre Jesucristo jamás rodada’. Y eso que Irazoqui era completamente neófito (algo muy de moda entre los realizadores italianos de la época) y Pasolini no era, precisamente, un hombre de fe.
De origen italiano es también Martin Scorsese, que en 1988 rueda La última tentación de Cristo. Willem Dafoe se pone en la piel de un Jesús de Nazaret con tentaciones más humanas que terrenales, en una adaptación que generó no poca controversia con las partes más intransigentes de la Iglesia, que la veían como una provocación.
Tampoco eludió la polémica un musical, Jesucristo Superstar estrenado en la década de los 70. Primero como una obra de teatro diseñada por Tim Rice y Andrew Lloyd Webber que estuvo en la diana por considerar que era excesivamente frívola. El Vaticano autorizó (de modo más simbólico que efectivo) la película en el año 2000. En España, el estreno en el Madrid que asistía a la retirada del Sáhara y la agonía del dictador nos dejó una increible pareja artística: Camilo Sesto y la dominicana Ángela Carrasco, que se subió al escenario el 6 de noviembre de 1975 horas después de la muerte de su padre.
La última gran película que hace alusión a los últimos días de la vida del nazareno es, evidentemente, La Pasión de Cristo. Si las anteriores recibieron críticas por considerar que eran tal vez poco rigoristas a la hora de hablar de la biografía de Cristo, en esta ocasión las recibió por todo lo contrario, por ser excesivamente fiel al tortuoso paseo por el monte Calvario. Mel Gibson firma en 2004 todo un clásico del género, rodado en arameo y que pese a contar con algunos intérpretes consagrados como Mónica Belluci en el papel de María Magdalena, lanza al estrellato a un Jim Caviezel que en algunos momentos llegó a experimentar (unos dicen que por accidente, otros que por un exceso de celo interpretativo del propio Gibson) el dolor real de latigazos o golpes en los costados. La promoción de la película resultó magnífica: todo el mundo dio por hecho que había gente que sufrió infartos viendo un largometraje gore por momentos, pero nadie aportó ni un solo documento que la constatase. Como aquello de Ricky Martin, una adolescente efusiva, un simpático perrito, un armario, un bote de mermelada y nuestra compañera Isabel Gemio...
No llegó al nivel de publicidad -ni de calidad cinematográfica, todo hay que decirlo- de la de Gibson, pero tres años después se estrena En busca de la tumba de Cristo. El reparto es curioso: Dolph Lundgren (Ivan Drago en las películas de Rocky), Max Von Sidow y Mónica Cruz protagonizan una película sobre los primeros cristianos de una factura bastante decente. Sobre los primeros cristianos se rodó también una de las películas clásicas no solo del cine religioso, sino del Séptimo Arte en general. Quo Vadis parte del encuentro entre San Pedro y Jesús de Nazaret en la vía apia de Roma, durante los años del emperador Nerón. Peter Ustinov o Deborah Kerr ponen el rostro a todo un clasicazo.
San Pedro fue, como saben, el primer Papa. Y la Iglesia y sus intrigas no han sido esquivas a los guionistas. No sólo por Cónclave, que este año ha estado a punto de dar a Ralph Fiennes el Oscar que aún le falta. También por una película y un libro tremendamente proféticos. La hipótesis de un papa eslavo, o directamente no italiano, era algo impensable en 1960, cuando Morris West publica una magistral novela que da pie a una colosal película. Michael Anderson lleva al cine la historia del cardenal soviético Ciril Lakota, interpretado por el mexicano Anthony Quinn. Daba igual la diferencia de orígenes: “si pones a Quinn a hacer de cenicero, es el mejor cenicero posible”, dijo de el un crítico. Las Sandalias del Pescador se estrena una década antes de que, efectivamente, un eslavo huído del comunismo fuese elegido como Papa. Se llamaba Juan Pablo II.
La posibilidad de que Jesús de Nazaret viviese en tiempos actuales tampoco ha sido desdeñada por el cine. Una rareza llamada Jesús de Montreal, mereció una nominación al Oscar, por contar la historia de un grupo de actores a los que la interpretación de los evangelios se les va de las manos. O como Mesías, una serie de Netflix en la que la CIA investiga a un individuo que en Oriente Medio colecciona legiones de seguidores al creerlo la reencarnación de Cristo.
Para el final, dos películas: una que provoca risa y otra para reirse de ella. La Vida de Brian encumbró como genios de la comedia a los Monty Phiton. Y Jesucristo Cazavampiros. Un Jesús de Nazaret de lo más moderno, que va por la vida cazando vampiros a golpe de llaves de judo y diciendo “el cuerpo de Cristo” antes de repartir cualquier leche. En todas las listas de peores películas de la historia que se precien, incluida en cabeza....
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