La 'hermandad madre' estrenó olor propio

SEMANA SANTA

La Real Cofradía del Santo Entierro, la hermandad matriz, ha protagonizado este Viernes Santo un curioso estreno: un incienso fabricado y patentado expresamente para la hermandad ceutí en una conocida fábrica sevillana

FOTO NICOLS
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Si la historia de la Semana Santa de Ceuta puede escribirse partiendo de una hermandad, sin duda alguna es la del Santo Entierro. La Venerable y Real Cofradía es la matriz, la más antigua de nuestra ciudad. Muchas de las que han seguido después han ido separándose de ella, emanando de aquella Cofradía fundada en el siglo XVIII.

Pero hay algo, a pesar de los siglos de historia, de lo que seguro no tenían precedentes en el Santo Entierro: el aroma propio. No nos referimos al carácter, ni al modo de procesionar, ni a los titulares, ni a la manera de adornar los pasos. El olor, literalmente.

Porque ese ha sido uno de los grandes estrenos, o al menos el más llamativo, del Santo Entierro ceutí. Un incienso patentado y fabricado exclusivamente para la hermandad ceutí. No ha sido lo único: el techo de palio es nuevo, donado por 'Los Rancios' (asi se autodenominan los miembros de este grupo de costaleros), y dentro contiene una imagen de la Virgen de Africa con la Salve a la Patrona incluida.

FOTO NICOLS
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La Hermandad discurrió como siempre: con la hermandad en silencio, aunque en compañía de la Banda de Música de la Comandancia General y la corporación entera invitada, al ser tanto una hermandad real -el Jefe de Estado delegó, una vez más, la presidencia en el comandante general- como la más señera de Ceuta.

Aunque la nota negativa y que afortunadamente quedó en un susto fue el desmayo del capataz del Cristo Yacente, que tuvo que ser atendido por una ambulancia y trasladado al hospital. Según pudo saber este diario, durante una revirá del paso, para evitar que pudiera este golpear uno de los pivotes de la Plaza de África, puso la mano, y esta debido al golpe le supuso un importante dolor así como una considerable inflamación, cayendo a continuación al suelo desmayado.

El Santo Entierro es la penúltima hermandad en procesionar, a la espera del Resucitado. La Hermandad más antigua dará el relevo a la más joven. Una metáfora perfecta de la vida, la de la muerte y la resurrección, la vejez y la juventud, en una Semana Santa que ya toca a su fin.

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