Ceuta despide con una misa funeral al Papa Francisco
MUERTE DEL PAPA
Oficiada por el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, la misa se celebró en un templo lleno y con la presencia de las principales autoridades
Sea lo que sea el dichoso carisma, lo cierto es que cuando una persona lo tiene se ve a leguas. Y Jorge Mario Bergoglio, fallecido a finales del pasado mes y a cuyo sucesor se elije desde este miércoles en la bellísima Capilla Sixtina, lo tenía.
De otra manera no se entiende que estos días de duelo para la Iglesia Católica estén teniendo un acompañamiento tan multitudunario, con decenas de miles de personas guardando cola en la Plaza de San Pedro del Vaticano para presentar sus respetos al cuerpo del Vicario de Cristo tras su fallecimiento. Ceuta no ha sido una excepción. Aparte de los fieles de misa diaria, la Iglesia de Santa María de África ha contado con una nutrida presencia de personas que han acudido a rezar por el alma del primer jesuíta y sudamericano de la historia en calzarse las sandalias del pescador.
La misa, concelebrada por casi todos los sacerdotes de la diócesis local, fue presidida por el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza. Contó con la presencia del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, la delegada del Gobierno, Cristina Pérez y el comandante general, Luis Fernández Herrero, al margen de varios miembros del Ejecutivo local, el diputado socialista Sebastián Guerrero, la práctica totalidad de hermanos mayores de las cofradías ceutíes y representantes también de otros credos, de las comunidades israelita -que no israelí: el matiz es importante- y musulmana. En el altar figuraba un retrato de Bergoglio, junto a la imagen del Cristo Resucitado. La muerte del Papa, según Zornoza, fue “una conmoción, porque el día antes lo vimos todos presidiendo la misa en el domingo de Resurrección, y son momentos complicados, de dolor para la Iglesia”, según el obispo.
El sacerdote madrileño explicó del Pontífice fallecido que “era un hombre de una extraordinaria sensiblidad en temas como los inmigrantes o los pobres”. Del fallecido Obispo de Roma destacó sus “encíclicas, llamando al entendimiento” y su definición de la Iglesia como “un hospital de campaña para atender a aquellos heridos por la vida, a quienes no encuentran un sentido a su existencia”. Por ello, resaltó que el anterior Papa “impulsó el carácter misionero de la Iglesia: una Iglesia siempre de salida, siempre dispuesta a atender” a quien lo necesitase.
La Iglesia de África presentaba, como hemos dicho, un nutrido aspecto. Tanto en los bancos habituales como en Sacristía no quedaba un solo hueco vacío. La misa funeral congregó a un buen número de personas, quizá a no más de 72 horas de que conozcamos que hombre tiene la difícil tarea, hasta el final de sus días, de hablar en nombre de Dios a más de mil millones de personas. A la entrada del templo patronal, una sencilla mesa con una fotografía del fallecido Papa invitaba a los fieles a dejar su recuerdo en un libro de condolencias. “Se nos fue el Papa Francisco; se nos fue el Papa del pueblo”, decía la última escrita antes del oficio.
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