Castillo Lastrucci: sello de calidad para la Semana Santa de Ceuta
COFRADE
Antonio Castillo Lastrucci. Su nombre, a secas, puede no sonar a nada especial si se es completamente ajeno a la Semana Santa de Ceuta. Pero a poco que se conozca el mundo cofrade, se sabrá que estamos ante uno de los más importantes imagineros de la historia reciente de España. Su obra también cruza el Estrecho, como lo hace su biógrafo, Antonio De la Rosa, para estar en Ceuta.
Evidentemente, a la hora de hablar del conflicto armado que desgajó a España en dos durante el período entre 1936 y 1939, las consecuencias más fatídicas fueron los muertos, los exiliados, las injusticias, la represión o la severa ruina económica. Pero hubo también otras consecuencias, quizá, más desconocidas por ser menos graves. Por ejemplo, el saqueo a las Iglesias durante los estertores de una II República ya entregada no al laicismo sino, directamente, al anticlericalismo.
Hay detalles curiosos. Uno de ellos ocurrió en la localidad leonesa de Bembibre. Un grupo de anarquistas acude a quemar la iglesia de la localidad berciana, pero se encuentran con que el Cristo estaba vestido de rojo. Fue el color, y no el respeto a una fe que se pueda o no compartir, lo que salvó a aquella talla de ser, tal vez, mutilada o pasto de las llamas durante la Revolución minera de 1934. La iglesia de la localidad quedó reducida casi a cenizas; fueron arrancadas vías de tren y destrozadas viviendas y comercios. Pero la imagen del Cristo apareció sujetando un cartel con una curiosa inscripción, que llamó incluso la atención de la prensa internacional "Cristo rojo, a ti te salvamos por ser de los nuestros".
Pero también hubo hombres a los que la imaginería popular les debe algo. Por creadores y por rescatadores de imágenes. Hoy, tener una imagen firmada por Antonio Castillo Lastrucci es un "sello de calidad" para la Semana Santa de cualquier localidad española. Y en el caso de Ceuta, no hay una sino tres: el Cristo de la Buena Muerte, la Esperanza y la Virgen de la Caridad.
Es, precisamente, la Cofradía de la Flagelación la que trae a Ceuta al jerezano Antonio De la Rosa. El hombre que hace algunos años comenzó a estudiar la figura del gran imaginero sevillano. "Llegué a visitar los talleres de sus herederos en Sevilla. Visité ese lugar, tuve acceso a sus archivos y la oportunidad de ordenarlos". Para De la Rosa fue una experiencia que nunca podrá olvidar.
"La importancia de Castillo Lastrucci está en que no hacía imágenes como hasta ese momento eran habituales, sino que prácticamente hacía altares en la calle". Y su especial predilección por las vírgenes. "Se nota que era un enamorado de la mujer andaluza: sus vírgenes son guapísimas, jóvenes, con ojos verdes o marrones", señala. No era muy partidario "de imágenes ensangrentadas, que representasen más dolor del que fuera necesario".
Del hombre, más allá de la figura "se sabe que era un gran escultor, que contribuyó a restaurar muchas imágenes que fueron dañadas durante aquellos años". Incluso "era una gran persona, que no terminó de cobrar muchos de esos trabajos. Tenía una buena posición, pero a su muerte hubo encargos que no se habían pagado, o lo habían hecho en parte y nunca insistió en cobrarlos", dice.
De las tres imágenes lastruccianas de Ceuta, destaca sobre todo "el Cristo de la Buena Muerte, que es una auténtica preciosidad", además de las dos advocaciones marianas que "sin duda, dan prestigio" a la Semana Santa de Ceuta. Incluso, su obra ha sido cuestionada "sin mucho fundamento" por partidarios de otros célebres imagineros. Dice un refrán en Valencia. "En Murcia tienen a Salzillo, pero aqui, a Castillo". Sus obras se reparten por toda España e incluso fuera de nuestras fronteras. Uno más de esos personajes a los que la historia, tal vez, les deba más reconocimiento.
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