Ceuta mantiene a las medusas a raya, al menos de momento

MEDIOAMBIENTE

La pelagia noctiluca, conocida como clavel de mar, ha rehusado este verano acercarse a las costas locales, lo que no significa que no se hayan registrado avistamientos de esta medusa, un animal tan peligroso como abundante en la costa mediterránea

Pelagia noctiluca o clavel de mar/FOTO GOBIERNO DE CANARIAS
Pelagia noctiluca o clavel de mar/FOTO GOBIERNO DE CANARIAS

Una de las visitantes estivales más habituales del litoral ceutí apenas se está dejando ver este año, un absentismo que, en este caso sí, merece ser celebrado. La pelagia noctiluca, conocida como clavel de mar, ha rehusado este verano acercarse a las costas locales, lo que no significa que no se hayan registrado avistamientos de esta medusa, un animal tan peligroso como abundante en la costa mediterránea.

“De momento, no son un problema importante, aunque esto, claro, puede cambiar en tres días, es algo difícil de prever”, explica el biólogo de la sociedad municipal Obimasa, Javier Martínez. Las cosas van bien, pero más vale no confiarse.

Con sus apenas 20 centímetros de tamaño, la pelagia noctiluca es uno de los más de 4.000 tipos de medusas catalogados. Considerada de peligrosidad elevada, una picadura puede ocasionar graves consecuencias, llegando a dejar heridas abiertas susceptibles de infección. Sus tentáculos, de considerable longitud, pueden alcanzar una zona considerable de piel. No son raros los casos en los que se han descrito problemas respiratorios cardiovasculares y dermatológicos.

El efecto de la picadura de la medusa clavel de mar también está en función de la sensibilidad y condiciones de salud de cada persona. “En principio no causa heridas graves, aunque esto es como todo: si se trata de una persona inmunodeprimida o de un bebé, la reacción puede ser más importante, pero en estos casos estamos hablando de situaciones excepcionales”, aclara Martínez.

La pelagia noctiluca no es una visitante reciente. Estas medusas siempre han formado parte del paisaje de las playas ceutíes, pero no fue hasta hace unos veinte años que el fenómeno de su aparición comenzó a convertirse en recurrente con arribazones masivas a la costa. Esta situación llevó a la Ciudad a instalar en las playas las redes protectoras a las que todavía hoy se recurre para impedir la entrada de los animales en las zonas de baño.

Los claveles de mar no son, sin embargo, las únicas medusas que pueden encontrarse en las aguas ceutíes. Todas, incluida la pelagia noctiluca, frecuentan el litoral de la ciudad a lo largo de todo el año, aunque solo es en verano, cuando su presencia puede coincidir con la de los bañistas, cuando se generan las alertas.

Desde hace años, la Ciudad lleva adoptando medidas para protegerse de las arribazones de medusas. Cada verano, barcos de limpieza se ocupan de recoger estos animales fuera de las zonas de baño. Pero el sistema que se ha revelado más resolutivo son las redes de contención que protegen la playas, un obstáculo que pierde eficacia por la acción de dos agentes igualmente indeseables: el mal estado de la mar, que genera un oleaje que puede ayudar a la medusa a superar la protección, y el incivismo de unos pocos, que utilizan las redes como espacio recreativo para sus juegos acuáticos. “Tenemos que pedir a los bañistas, una vez más, que hagan un buen uso de las redes, y eso quiere decir que no se cuelguen de ellas, porque al hacerlo es como si le estuvieran abriendo las puertas a las medusas para que se adentren en el espacio donde están los bañistas”, reclama el biólogo de Obimasa.

Red de contención de medusas instalada frente al litoral ceutí/FOTO EL PUEBLO
Red de contención de medusas instalada frente al litoral ceutí/FOTO EL PUEBLO

En todo caso, hace tiempo ya que las medusas han dado una tregua a los bañistas. Son varias las temporadas de relativa tranquilidad, pero el fenómeno de las arribazones masivas continúa siendo una tónica en el litoral mediterráneo.

“Hay varias causas que pueden explicar este fenómeno -ilustra Javier Martínez- Una es el incremento de la temperatura de las aguas marinas asociado a la crisis climática, otra, la escasez de depredadores naturales, como es el caso de distintas especies de tortugas marinas”. A estas, el biólogo une una tercera: la modificación de los patrones de las precipitaciones, también determinado por el cambio climático. “En condiciones estándar de precipitaciones, las masas de agua que llegan al mar en determinadas épocas funcionan como una especie de barrera que reduce la llegada de medusas a la costa -explica el técnico de Obimasa- Cuando se ve reducido el aporte de agua dulce, a las medusas les resulta más fácil alcanzar las playas”.

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