El pequeño gesto con tu lavadora que puede reducir la factura de la luz

En tiempos de preocupación creciente por el gasto energético en el hogar, un hábito aparentemente insignificante se ha revelado clave para reducir costes: dejar la puerta de la lavadora abierta tras cada lavado. Técnicos de mantenimiento y expertos en eficiencia energética coinciden en que esta simple acción puede evitar averías, mejorar el rendimiento del aparato y generar un ahorro económico significativo.

Una vez finalizado el ciclo de lavado, es habitual retirar la colada y cerrar la puerta del electrodoméstico sin pensarlo dos veces. Sin embargo, este gesto impide que el interior del tambor se airee correctamente, lo que favorece la retención de humedad, un entorno ideal para el desarrollo de moho, bacterias y malos olores.

Esta humedad persistente no solo afecta la higiene interior, sino que puede deteriorar componentes esenciales como las gomas de sellado, reduciendo la vida útil del aparato y provocando fallos que requieren costosas reparaciones.

El mal estado interno de una lavadora —ya sea por humedad, moho o residuos— puede perjudicar su rendimiento general. Esto puede traducirse en ciclos de lavado más largos, uso innecesario de agua caliente y una mayor carga energética.

Según estimaciones técnicas, una lavadora que no se mantiene en condiciones óptimas podría incrementar su consumo eléctrico entre un 10% y un 15%, lo que supone un sobrecoste anual de entre 80 y 120 euros, dependiendo del modelo y la frecuencia de uso.

Los especialistas recomiendan dejar la puerta de la lavadora abierta durante al menos 2 a 3 horas tras cada lavado, permitiendo una correcta ventilación del tambor. En espacios con poca ventilación, como baños o cocinas cerradas, se aconseja mantenerla ligeramente entreabierta de forma permanente.

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